LA METAMORFOSIS DE PHILLIP BUTTERS
De periodista deportivo a Gregorio Samsa
No pues Phillip, así no es. Si te disfrazas de periodista, al menos, pregunta y deja hablar.
Obnubilado por el ficticio poder que te han dado los medios, crees que tienes la razón solo por hablar más fuerte y más rápido. Crees que insultar es criticar, que ser agresivo es ser audaz, que poner sobrenombres a los personajes que intentas destruir, es divertido.
No debes decirle a las señoras que invitas a tu programa que están “ricas y apretaditas”, ni “cocodrilos” a los jugadores de la selección ecuatoriana. No debes llamar “delincuente” a un dirigente estudiantil que toma el local de su universidad para que escuchen su protesta; no le debes decir "estafarián" a un técnico de fútbol renombrado solo porque no gana. No debes decirle a un periodista que es un “cagón y mermelero” sin más pruebas que tus suposiciones. Paro de contar, esta página no me alcanza para tantos ejemplos.
Por qué no regresas a la Universidad de Lima a sacar el grado de bachiller en administración que te fue esquivo. Tal vez con un grado académico sea más comprensible tu inexplicable y desubicado complejo de superioridad.
Por qué no vuelves a tu época de periodista deportivo, donde tu nivel cultural y tu facilidad de palabra te hicieron destacar rápidamente. Recuerdo que en esa época yo escuchaba tus comentarios sobre fútbol con entusiasmo. Tu solvencia, tu cultura, el conocimiento del dato preciso. Algunos llegamos a creer que si te esmerabas te convertirías en algo así como “el Veco peruano”; pero no. Un día sucedió la metamorfosis: “Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.”
Comenzaste primero insultando a Burga, y claro, como todos queríamos insultarlo, te quisimos más; luego al verte envuelto en la bola de nieve de la fama, seguro que te marearon los halagos, los saludos por la calle, y comenzaron las sesiones esca-tológicas con ventilador. Fueron muchas tus víctimas: jugadores, entrenadores, dirigentes; de allí el salto a la política fue un saltito.
Las radios apostaron por ti, la televisión lo intentó pero no te soportó demasiado, te faltaba el look de combatiente, de chico reality; pero además, ya se vislumbraba el terrible Kraken en que te estabas convirtiendo. Un Kraken popular, con rating.
Fue apareciendo luego tu homofobia, tu defensa de Con mis hijos no te metas, aplaudido por los grupos cristianos que financiaron la campaña contra la inclusión de la ideología de género en los textos escolares. Nueva inyección de ego, nuevo comportamiento desproporcionado; después de todos los cambios y todos los injertos de dinosaurio, te has transformado definitivamente: de un inteligente comentarista deportivo, en un simple patán, que grita y vocifera a los que entrevista. No te importan los argumentos ni las razones, solo imponer tus ideas racistas, clasistas, misóginas, homofóbicas y xenofóbicas.
No exagero. Pueden decirlo los chilenos insultados reiteradamente, La ex ministra Marilú Martins que fue víctima de tus comentarios que alentaban a que le “metan la mano en la calle” por incluir la ideología de género en la educación de los niños. Podemos preguntarles a Cecilia Valenzuela o a Carlos Tafur quienes renunciaron apenas entraste a trabajar con ellos; podemos conversar sobre tu homofobia con Carlos Carlín o Ernesto Pimentel; preguntémosle a PPK, al ex-ministro Zavala o a la exministra Martins, a quienes recomendaste llevar a sus hijos a orgías ¿por qué? Porque no estaban de acuerdo contigo. ¿Le preguntamos a tu amiga Karina Calmet?
No es el momento de debatir si tienes razón o no, ese no es el punto. El punto es que “Godzilla se ha desarrollado demasiado, y Tokio peligra”. Ya no eres consciente de lo que dices; está bien que te apellides Butters (que en inglés significa mantequillla) y que tu bisabuelo haya sido Británico, pero hay que estar loco para, con esa pinta de zambo sacalagua, llamar cocodrilos a los futbolistas ecuatorianos. Pérdida total de perspectiva (y de auto observación).
Ya tienes 50 años muchachón, tres hijos, una familia, sabemos que tu salud no anda bien ¿Por qué envenenar la radio con tus frustraciones? Ojalá sea posible otra metamorfosis, que regreses a casa a leer un buen libro, escuchar buena música clásica y que, de repente, vuelvas a escribir. Recuerda que Gregorio Samsa y Godzilla fueron destruidos al final por su propia monstruosidad.