Aún habían pocas personas sentadas en el auditorio Antonio Cisneros. Ya iba a empezar la presentación del libro y todavía adornaban el lugar una escalera y luces por poner. Sería el primero de más de 250 eventos culturales de la trigésimo séptima edición de la Feria del Libro Ricardo Palma.

                                                                          “La pureza no es pureza si no hay amor”

Después del lonchecito en Larco Mar y el recorrido de ley por el parque Salazar vestido de Feria, comprar un par de libros de comunicación en el stand de la Universidad de Lima y un texto antropológico en el de la Universidad Nacional Agraria La Molina, resistirme a comprar “El Legado Maldito” de J.K. Rowling ante la exigencia de mi hija de diez años (resistencia inútil al fin) me preparé para escuchar a Alonso Rabí y Selenco Vega quienes presentarían el poemario Del Mal Amor (Apuntes de la era de la violencia) de José Cabrera Alva. 

                                                               "...si tu boca no es mi boca/ si tus ángeles no son mis ángeles/ si aquí no tengo sino silencio/ entonces me iré, con mis ojos de puma/ con mi cielo/ con mi tierra me iré."

A diferencia de la FIL, está feria es más pequeña y por tanto más íntima, más familiar. En esta feria -cuando se realizaba en el parque Kennedy-   compré el primer libro de colores para mi hija, cuando sólo tenía 6 meses. Una de las ferias de libro más antiguas de América organizada por la Cámara Peruana del libro y la Municipalidad de Miraflores

Alonso Rabí habló de la polifonía que permitía la inserción de varias voces y la pluralidad de su tipografía que asociaba el poemario a las vanguardias poéticas. Selenco Vega se centró en la temática de la violencia que vivió el Perú y que este libro rescata desde la óptica de los migrantes andinos.

                                                             “Y la sangre brotó de mi costilla/ y nació mi mujer / y mi Dios la llamó Eva / y Eva me dio un bebé / Hasta que el cielo / se quebró / y las estrellas reventaron en mis ojos / y tuve que huir / huir / huir /  no sé dónde ni por qué.” 

Yo quedé algo turbado por la carátula que me recordó los años 80 de apagones y explosiones, de muerte y miedo. Luego supe que fue diseñada por Eduardo Tokeshi, el pintor más destacado (y caro) de su generación, especialmente para este libro. 

                                                                “Desamparados estaban el animal y los hombres, /Mascullando sus penas, y las palabras eran de lodo y de nieve / y vuelta ‘e lodo. Y el cielo se hundía en la carne /y la carne en el cielo.” 

Festejé en silencio –como festejamos los lectores- que a pesar de la televisión y los periódicos chicha, aún existan espacios culturales donde se puede presentar y leer un poemario. La poesía, tal vez la más inútil de las artes y la más necesaria en esta época de Esto es guerra y el Valor de la verdad. Leí el poemario en pocos minutos y comprendí los sentimientos de tantos migrantes que huyeron de sus tierras en la época de la violencia, de tantas parejas separadas, de tanto dolor. Este poemario fue finalista en un Copé hace algunos años y recién hoy sale a la luz porque la poesía no vende, porque el mercado sigue siendo pequeño, porque no tiene sentido para los jóvenes de hoy comprar un libro de poesía cuando están ocupados leyendo memes y reflexiones en su smartphone.

                                                            “Nunca más amarás si no amas ahora/ nunca más hablarás si no hablas ahora. / Aléjate de las hogueras…” 

Mientras haya un solo poeta que escriba poesía y la publique, habrá esperanza.