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PERSONAS NOCIVAS

Publicado: 2016-09-08


       Si clasificáramos a las personas según su influencia emocional sobre los demás, podríamos dividirlas en tres tipos: benéficas, inocuas y nocivas. Las primeras hacen al mundo más feliz, son optimistas, contagian su alegría y su bienestar emocional a las personas que los rodean. Las personas inocuas no nos aportan ni nos quitan nada, pasan desapercibidas por nuestra vida, nunca estamos muy seguros de que están ahí, de perfil bajo, de piel casi invisible. Las personas nocivas –de las cuales esta columna trata- son aquellas que dañan su entorno con su actitud frente a la vida, con su negativismo, su cólera o su mal humor. Inoculan su veneno en cada lugar y en cada persona que encuentran. Como dice Stamateas: “gente que potencia nuestras debilidades, nos llenan de cargas y frustraciones”(1).

       Todo hemos conocido personas nocivas, de esas que nos amargan la vida, nos hacen más desconfiados, más descontentos, nos hacen sentir mal, nos deprimen, nos ofenden, nos menosprecian, nos critican y nos desvalorizan. Digámoslo claro: si una persona hace más infeliz el mundo que lo rodea, es una persona nociva.

¿Cómo reconocer a una persona nociva?

       La neurosis es un nombre genérico que se da al grupo de enfermedades nerviosas y alteraciones emocionales sin lesión física. Es decir es algo en la psique del individuo lo que genera el problema. Todos podemos tener momentos de depresión o cólera, pero un neurótico, mantiene un desequilibrio de manera permanente y enfermiza.

       Como diría Freud: “Los neuróticos son aquella clase de seres humanos que en virtud de una organización refractaria sólo han conseguido, bajo el influjo de los reclamos culturales, una sofocación aparente, y en progresivo fracaso, de sus pulsiones, y que por eso sólo con un gran gasto de fuerzas, con un empobrecimiento interior, pueden costear su trabajo de colaboración en las obras de la cultura, o aun de tiempo en tiempo se ven precisados a suspenderlo en calidad de enfermos.” (2)

       Podemos distinguir tres tipos de neurosis, y por lo tanto de personas nocivas que tienen las siguientes características (estoy casi seguro de que todos identificaremos a algún familiar, amigo, compañero de trabajo o conocido):

1. El manipulador social. Busca permanentemente tener el control de las personas, las situaciones y las conversaciones a través de su pesimismo. Busca atención a todo costo. No se satisface con facilidad, nada es suficientemente bueno, tiende a ver solo lo malo de los demás. Siente enorme placer cuando hace sentir culpables a los demás por cualquier cosa que hagan. Suele sentirse superior cuando socializa, aunque motivado por un sentimiento de inferioridad disfrazado. Cuando está en problemas se victimiza y presume de tener valores elevados y ser intachable.

2. El tirapiedras. Envidioso y descalificador. Su envidia, frente a lo que otros logran, le genera un permanente deseo de venganza que puede ser agresivo o sinuoso. Cada vez que encuentra un defecto en los demás, se siente más grande, más valioso. Esconde sus defectos en los defectos de los demás y suele presumir precisamente de las virtudes que le faltan. Un tirapiedras es destructivo. Destruye relaciones de trabajo, familias, y sus propias relaciones emocionales; por ello tiene relaciones disfuncionales o simplemente no las tiene. No soporta a nadie mucho tiempo porque, en realidad, no se soporta a sí mismo y exterioriza su autodesagrado con desagrado por los demás. No disfruta la vida, ni siente amor, ni amistad real. Es chismoso y difunde noticias y acusaciones basándose en suposiciones. Jamás reconoce que se equivocó. Critica con vehemencia a todos los que tienen algún poder, pero huye del poder, porque le aterra la responsabilidad. Sabe todo en teoría, pero en la práctica suele no ser apto.

Está siempre atento a cualquier confidencia, a cualquier comentario que pueda usar después cuando lo necesite. Se presenta como paladín de la justicia y la verdad, cree siempre tener la razón, que es perfecto. Proyecta en los demás sus frustraciones e inseguridades.

3. El desertor. No intenta, no se esfuerza, se contenta con lo mínimo para él, pero exige lo máximo en los demás, quiere jalar a los demás a su mediocridad. Suele imponerse para ocultar su debilidad. Es un desanimador profesional. Si una idea, proyecto o meta se cruza en su camino, se encargará de poner todos los obstáculos y predecir todas las desgracias. Piensa que nada tiene remedio, nada se puede hacer, asume que todo está mal, el país, el gobierno, el jefe, todo. Es el entrenador por televisión que siempre sabe lo que los verdaderos entrenadores deberían hacer, atacan y descalifican siempre desde afuera.

       Si bien, estos son tipos separados, existen personas tan nocivas que resumen en sí mismas las tres tipologías

¿Cómo evitar que nos contaminen?

       Una persona nociva lo que busca a fin de cuentas es atención y aceptación. Sus conflictos internos y frustraciones se alivian cuando el mundo que la rodea es peor de lo que ellas creen que son. Criticando a los demás se sienten mejores personas y aumentan en algo su autoestima. Por supuesto no logra nunca sentirse satisfecha consigo misma y por ello sigue comportándose así permanentemente.

        La única forma de contrarrestar sus influencias es identificándolas y alejándonos. Si nos persiguen o intentan volvernos víctimas de su nocividad, debemos tener el valor enfrentarlas: “el mal avanza por que el bien se lo permite”. No hay consideraciones posibles, no hay piedad que valga sino te proteges y pones las cosas en su lugar terminará por contaminarte y sucederá que te sentirás como ella y serás infeliz.

       Tu éxito y tu bienestar la molestan, tu infelicidad la alimenta, aléjate lo más que puedas, y si no puedes, protégete no escuchándola. A solas suele ser cobarde, recuerda que te ataca porque se siente insegura. A solas, sin público, podrás amenazarla y huirá. Pero no la persigas, corres el peligro de volverte como ella.

       El mejor remedio para no ser una persona nociva es esforzarte por ser feliz y hacer felices a las personas con las que te cruzas en la vida. Comparte alegría, comprensión, solidaridad. Piensa bien de los demás, ayúdalos. Pero no te equivoques, ser amable no es ser débil, ser considerado no es ser sumiso. Debes poner las cosas en su lugar cuando la circunstancia lo amerite; pero no dejes que tu felicidad interna se altere. Si comienzas a sentir odio y resentimiento, cuando te empieza a dar cólera el bienestar ajeno, estás volviéndote una persona nociva.

NOTAS:

(1)Stamateas, Bernardo. Gente Tóxica. 2011

(2)Freud, Sigmund (2011) [Artículo escrito en 1908]. «La moral sexual 'cultural' y la nerviosidad moderna». Ensayos sobre sexualidad. Globus. ISBN 8482233475


Escrito por

Tomás Carlos Barriga

Comunicador social, docente universitario, poeta en un mundo sin poesía y escritor desolado.


Publicado en

Las Crónicas de Uqbar

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