CONSEJOS PARA ESCRIBIR MEJOR
A lo mejor escribir no sea más que una de las formas de organizar la locura.
Alguna vez he mandado a mis alumnos de comunicación a entrevistar a Beto Ortiz con el truco del libro por autografiar (perdón Beto) intentando entre otras cosas, extraer de un docto escritor de crónicas algunos secretillos para la receta. Pero Beto les ha aconsejado que escuchen lo que buenamente sus profesores tengan que decir, aunque eso no les va a servir absolutamente para nada, porque “el periodismo se aprende en la cancha.”
Es verdad, y no lo es. Algo típico en las personas que no pudieron terminar la universidad, es menospreciarla; y no digo esto con ánimo de minimizar a Ortiz, al contrario. Desde mi modesta opinión, es la mejor pluma que tiene el periodismo peruano –de lejos- y claro, él se ha hecho “en la cancha”, pero no a todos Dios nos ha dado el don divino de la frase perfecta. Los humildes mortales, debemos aprender técnicas, modelos, estructuras, pirámides invertidas y después de escaramuzas, combates y luchas fratricidas con el idioma, escribir correctamente al menos. Luego, tal vez, y solo tal vez, combinando lecturas y el oficio de escribir constantemente, mucho sudor y algo de suerte, de repente y con el tiempo, escribir bien y bonito.
Un problema que tengo con mis estudiantes de redacción, es que todos quieren escribir como Beto Ortiz; y claro, creen que se trata solo de mezclar un poco de sarcasmo, algunas palabras difíciles y muchas procaces y listo: magia orticiana. Pero no, del cóctel Molotov, sale algún esperpento escatológico, y los estudiantes más audaces creen tener derecho a reclamar “pero si Beto escribe así”. No Padawan, no escribe así.
Entonces ¿cómo escribir bien? Me atrevo a dar unos consejos que, sí o sí, mejorarán la escritura del más desatinado; de muy mal a mal (igual hay ganancia) o de excelente a extraordinario (siempre se puede escribir mejor).
1. Lee, pero no cualquier cosa. Si pudiéramos leer cuatro libros al mes (promedio bastante alto en nuestro entorno) leeríamos cuarenta y ocho libros al año, que digamos en 100 años (y nadie va a leer tanto tiempo) serían cuatro mil ochocientos libros en una vida longeva. Sólo en el 2011 se editaron trescientos mil libros en Estados Unidos (1). En España, en el 2013, cincuenta y seis mil cuatrocientos treinta y cinco volúmenes (2). En el Perú, sólo en el 2010, se editaron 5736 títulos (3). En resumen, tenemos que ser muy selectivos. Sólo leyendo a los grandes escritores, recomendados, sugeridos, ganadores de premios, exitosos, o considerados grandes revelaciones, tenemos un par de vidas de lectura. Otra razón para esto es que lo mal escrito, nos enseña a escribir mal. Como decía mi maestro sanmarquino Ricardo Falla, la mejor manera de aprender a escribir es leyendo buena literatura.
Pero no te equivoques, por ser selectivo no empieces con el Ulises de Joyce, a riesgo de morir en el partidor. Lee lo que te guste, lo que te entusiasme o te interese, pero asegúrate de que no lo escribió un redactor de periódico chicha.
2. Escribe primero, corrige después. La experiencia enseña que no es buen negocio intentar escribir bien desde el comienzo a menos que se quiera sufrir del síndrome de la página en blanco. Creo que nadie escribe sin errores a la primera. Por lo tanto cuando escribas, no te preocupes de concordancias, ortografía, cacofonías o cualquier otra perversión. Escribe como poseído, entrégate a tus demonios como diría nuestro Nobel de literatura. Cuando termines el primer borrador, ahí sí, corrige como inquisidor, con diccionarios y otras armas negras. Cuando termines de corregir, deja el texto, y luego de un tiempo prudencial, corrige de nuevo; dale tu estilo, agrégale tus historias, tus susurros, tus gritos o tu humor negro. Cuando acabes corrige de nuevo, y otra vez, y otra vez.
3. Escribe con las vísceras. Empezando con el cerebro (según el DRAE, víscera es cada uno de los órganos contenidos en las principales cavidades del cuerpo) pero no sólo con el cerebro. La razón nos ayuda para dar un mensaje claro, argumentado y definido; pero para dotar al texto de emoción, de vida, de calidez, es necesario escribir con otras vísceras: el corazón, los intestinos, los riñones o el estómago (metafóricamente claro). Como diría Vargas Llosa, si no nos devoramos a nosotros mismos como el catoblebas, no podremos escribir algo que transmita mucho más que las palabras o los conceptos (4).
Hablando sin retórica: debemos escribir de lo que nos afecta, ya que lo haremos mejor. No hay mejor fuente que lo que nos indigna, nos preocupa o nos daña. Cuando escribimos de lo que no nos importa solemos escribir de manera sosa o desabrida. Como dice Ortiz: “Escribe lo que te incomode, lo que te aterre, lo que te dé mucha vergüenza, lo que te vuelva más vulnerable, lo que te mande preso. Tarde o temprano la lengua encuentra la muela que más duele. Síguele la pista, pues.” (5)
4. Sé original, no copies y pegues. La tecnología moderna hace que siempre se presente la tentación de copiar una frase, un párrafo o una página entera. Busca información sobre lo que vas a escribir, lee los blogs sobre el tema o las noticias al respecto, pero antes de escribir, no mientras escribes. Salvo en las citas textuales, dilo todo con tus palabras, con tus formas, con tu estilo. Si no lo haces, se notará. Mis alumnos se sorprenden cuando detecto en una crónica la parte que literalmente han copiado, pero no es un poder esotérico, es que la voz de cada narrador es distinta. Hay que buscar la originalidad de nuestros textos, respetando la correcta escritura pero rompiendo las formas trilladas (no digo que sea fácil). Como decía Honoré de Balzac: “escribir bien, es decir lo que todos dicen, pero como nunca antes ha sido dicho”.
5. Escribe siempre que puedas. Mientras más escribas mejor escribirás. Hay escritores que escriben ocho horas diarias o más, casi como obreros de fábrica y con horario. Hay otros que lo hacen desordenadamente, en la mañana, en el café, en el baño o en cualquier lugar y a cualquier hora. Haz lo que te acomode más, pero escribe. No hay buenos escritores o redactores de domingo por la noche. Si quieres escribir bien debes escribir mucho. La técnica de la escritura es como un músculo, si quieres ser fisicoculturista tienes que ir al gimnasio todos los días.
6. Recuerda que al leer y escribir desarrollas tu cerebro. Tengo estudiantes que me dicen: “Quisiera leer pero no me gusta”, creyendo que su gusto tiene algo que ver. Es como que me digan “no me gusta resolver ecuaciones cuadráticas”. Si entendieras lo que lees, si comprendieras el universo que se esconde detrás de las letras de los libros, sería hasta divertido. Cada frase, idea o palabra que entra a nuestro cerebro, es ganancia. Recuerda que pensamos y razonamos con palabras e ideas. Pobreza de palabras e ideas, indigencia de pensamientos. “No tomo la medicina porque no me gusta”, suena bobo ¿no? Toma tu medicina: sentirte sano y fuerte si te gustará. Así que lee hasta agarrarle el gusto.
Pero leer solamente no basta. El cerebro cuando escribe: crea, analiza, argumenta, resume, sintetiza, expresa, persuade, seduce, estructura y trescientas cosas más. No pierdas la oportunidad de entrenar tu mente. Si sientes que no lo necesitas y que la lectura o escritura no van contigo, aun no has desarrollado tu cerebro lo suficiente para valorar el desarrollo intelectual. Es como un niño que dice que cuando sea grande no trabajará ni estudiará y se dedicará solo a jugar. La vida lo desengañará o con el tiempo madurará y valorará lo que aún -como niño- no valora. Es cuestión de crecimiento.
7. Usa los signos de puntuación de acuerdo a tu destreza. Si estás aprendiendo a escribir separa tus ideas con signos. La fórmula periodística: “idea-punto-idea-punto-idea-punto”, es muy buena para escribir claramente sin mucho esfuerzo. Cuando se tiene mayor experiencia los signos se vuelven aliados de la entonación, de la respiración, de las emociones y las ironías. Cuando se escribe muy bien, ya no interesan tanto, el manejo del lenguaje puede generar páginas Joyceanas donde no hay signos de puntuación en páginas enteras. Pero no te equivoques, eso lo hacen los genios, tú sigue poniendo humildes puntos y comas. Con el tiempo no los sentirás, saldrán solos como las secreciones de tus células: sin que te des cuenta.
8. Por último, arriésgate. Si no quieres mostrar a nadie lo que escribes, jamás verás los errores que los demás sí verán. Atrévete, participa en concursos literarios, poéticos, de ensayo o de novela; publica lo que escribas, enséñalo a los demás, pégalo en tu muro de Facebook, volantéalo. Te destrozarán siempre. Lo bueno es que si escribes mal, te harán ver tus errores y si te esmeras mejorarás. No todo lo que te digan será cierto, hay quienes se sienten bien destruyendo la creación de los demás. Escúchalos pero que no te desanimen. Si escribes bien pasará lo mismo, pero ya sabrás diferenciar las críticas que te sirven de las que sólo quieren hacerte bullyng. Además, si otros te van a leer, tendrás más cuidado. Persevera.
(1) Clara K. Kesey, Cuántos libros se publican al año. 2011. http://guialiteraria.blogspot.com/2011/09/cuantos-libros-se-publican-al-ano.html
(2) Estadística de la Producción Editorial Año 2013. Instituto Nacional de Estadística. España 2014.
(3) El libro en cifras. Boletín estadístico del libro en Iberoamérica. Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, CERLALC-UNESCO. Bogotá, 2012.
(4) Mario Vargas Llosa. Cartas a un joven novelista.
(5) Beto Ortiz. Como escribir maldito.